El artista bilbaíno reúne en ‘GAP Espacio latente’ una treintena de obras recientes. La muestra permanecerá instalada en la sala hasta el próximo 28 de marzo:
DV. El fotógrafo Aitor Ortiz (Bilbao, 1971) vuelve al Centro Koldo Mitxelena siete años después de su participación en la muestra colectiva Pintura de cámara, con una colección de construcciones fotográficas que capturan momentos efímeros en la vida de varios edificios.
La muestra, denominada GAPEspacio Latente y que permanecerá instalada hasta el 28 de marzo, reúne 31 fotografías en blanco y negro y otras cinco piezas limítrofes con la escultura, todas ellas realizadas en los últimos siete años de trabajo. «Aunque haya fotografías, entendidas como soporte plano, yo las llamo más construcciones visuales -señala Ortiz-. Utilizo la fotografía como generadora de escenas. El proceso de creación es más propio de un pintor o de alguien que construye una imagen que de alguien que documenta esa imagen».
El trabajo de Ortiz se centra en recoger algunas de las vistas que ofrece un edificio en un momento que desaparecerá, bien porque haya sido captado durante su construcción o porque lo ha sido durante su demolición. Es el caso de la obras integradas en la serie Amorfosis.
«La intención es transmitir una sensación de arquitectura efímera, es decir, fotografiar un proceso intermedio en el que no sabes si el elemento se está construyendo o destruyendo, pero que en el preciso momento en el que se toma la fotografía tiene una configuración muy específica, pero que no es la definitiva», señala el artista.
Varias de las obras que Ortiz ha reunido en esta muestra, creada específicamente para la sala de exposiciones del Koldo Mitxelena y que no tiene previsto mostrarse de forma itinerante, invitan al espectador a integrarse en ellas, dado su formato tridimensional. «En esas piezas es muy importante la propia experiencia del espectador y la escala que adopta respecto a la obra».
Su trabajo como fotógrafo de encargo en varias obras de construcción ha permitido a Ortiz acceder a estos paisajes urbanos que, en todo caso, se muestran completamente descontextualizados para el espectador guipuzcoano, incluso en el caso de las imágenes obtenidas en San Sebastián. «Los trabajos de fotografía de arquitectura me ayudan a encontrar las localizaciones para luego intervenir y fotografíar espacios destinados a mi propio trabajo».
Escala y distancia
En cuanto a la elección del blanco y negro, Aitor Ortiz asegura que responde a un intento de «distanciarme de la descripción de estos edificios en origen. Vivimos en una sociedad tan mediatizada que enseguida intentamos buscar una realidad aplicable a cualquier objeto. Distanciarme mediante el blanco y negro me ayuda a percibir las obras con otra pausa».
El fotógrafo bilbaíno se ha esmerado especialmente en conseguir que sus obras se ofrezcan en una escala determinada respecto de la sala del KM. «En otro sitio, estas obras no hubieran tenido esa escala. En esta sala, algunas obras requieren cierta monumentalidad para que se perciba como un edificio».
El elemento común que recorre todas las obras de la exposición es la grieta, ese GAP del título de la exposición, «El corte se va repitiendo en toda la exposición como elemento de ruptura entre el lenguaje fotográfico y el arquitectónico». En cuanto al espacio lantente, «viene dado por tu experiencia sobre el espacio».
Así lo refleja la pieza realizada en tubos de aluminio, cuyo interior está tapizado con fotografías de este mismo material, y que conforma una gran escultura protagonista de uno de los espacios centrales de la sala del Koldo Mitxelena.
(Fuente eldiariovasco.com – amoyano)