La artista toma los cantos rodados y las flores como metáfora de las huellas sociales
Paloma Navares con una de las obras de la exposición Dedicatorias, en Galería Altxerri. [JOSE USOZ] |
La literatura, la memoria, la soledad, la forma en que el ser humano se acomoda a la sociedad, el empuje de las mujeres, son algunos de los elementos que flotan en las obras de Paloma Navares (Burgos, 1947). Una selección de fotografías, que son más que fotografías, y dos instalaciones, que podrían tomarse por esculturas, forman la exposición que presenta la galería Altxerri, para resaltar el trabajo de constante búsqueda de Navares.Navares logró el reconocimiento internacional antes que en su propio entorno, «en Alemania me acogieron muy bien sin conocerme de nada». Pero desde mediados de los 80, todas sus evoluciones han tenido una notable repercusión, tanto si trabaja con fotografía y escultura, como cuando ha manejado elementos como la fotocopiadora, el fax, el vídeo, los bailarines o la ópera como materia expresiva para su diversidad artística.
«Algunas de mis obras de principios de los 90 fueron muy conocidas, y me costó salir de ellas, porque al artista se le exige un milagro: se le exige que sea fiel a sí mismo, pero también que evolucione, y que coincida con los movimientos de su tiempo, y que sea vendible, y que investigue sobre su propio lenguaje. Pero un artista a veces se tiene que ir negando a sí mismo, si no quiere instalarse en el inmovilismo», afirma Paloma Navares. «He ido evolucionando de una forma natural, sin definir etapas, investigando sobre temáticas psicosociales, que envuelven al individuo social. He tocado temas fuertes, como la soledad, la marginación, la muerte, el suicidio, la eutanasia, pero también otros como la belleza, la mujer, y también el nuevo hombre al que se le exige mantenerse en forma y ya empieza a sufrir esa esclavitud que se ejerce desde el poder. Todo ello con la idea de levedad siempre presente».
Las obras que presenta en Altxerri también tiene que ver con la libertad, y cómo los individuos tienden a acomodarse a su entorno, y se van conformando con los golpes y roces que les van dando, como esos cantos rodados agrupados en sus fotos de gran tamaño, como esos pensamientos y bungavilias de brillantísimos colores. Al observarlos de cerca, unos y otros descubren otras huellas, las que Navares va dejando en forma de citas, dibujos y textos que hacen referencia a artistas admiradas, como Sylvia Plath, Emily Dickinson o Anne Sexton.