Censura digital

Transcribo integramente este artículo de Eduardo Parra aparecido en quesabesde, por que me parece muy interesante y digno de amplio debate: 

 Por Eduardo Parra.- Con el mundial terminado y los ecos de las botas de tacos desvaneciéndose en el olvido de las hemerotecas es momento de girar la cabeza y ver a toro pasado algo que ha sucedido, pero que no todos hemos conocido. La FIFA estuvo a un paso de imponer su puño de censura digital coartando la libertad de expresión en dos formas que a un servidor le atañen de forma directa: la fotografía e Internet.

Con el pretexto, si es que se le puede llamar así, de que habían cedido todo lo posible la Fédération Internationale de Football Association -es decir, la FIFA- decidió hace ya varios meses que los medios digitales no podrían ilustrar sus noticias con imágenes tomadas durante los partidos del Mundial mientras éste se estuviese disputando. Además, sentenció, sólo se podrían colocar cinco fotos por cada parte y dos más de la prórroga y los penaltis.

No sé hasta qué punto habrán seguido el Mundial en Internet. A mí no me gusta mucho el fútbol, pero sí ver las fotos que genera. Diarios españoles y extranjeros colgaban imágenes minuto tras minuto, decenas de ellas, y cada una mejor que la anterior. El gol de fulano, la falta de mengano, las lágrimas del perdedor, la sonrisa del ganador, el público… decenas de imágenes entre las que no se podía elegir ni una, ni cinco, ni diez. Todas tenían su valor.No estoy seguro del motivo, pero el hecho es que tras un tiempo de tiras y aflojas la FIFA cedió y permitió la distribución «libre» de las imágenes. Alegó, entre otras cosas, que todos los medios importantes tienen edición on-line. Esto me lleva a plantear un par de interrogantes.

El primero es para qué agencias como Reuters o AFP (uno de sus mejores fotógrafos en España me dijo que eran cerca de la decena para abrir el España-Francia y más de treinta para las semifinales) han ido perfeccionando más y más sus equipos de transmisión, técnicos y humanos. ¿De qué sirve poder poner una foto en cualquier punto del planeta en cinco minutos, si no puede usarse hasta que acabe el encuentro?

La segunda de las preguntas es: ¿qué diferencia hay entre un medio de papel y uno que no lo es, más allá de su formato, que motive semejante desigualdad? ¿Acaso tenía miedo la FIFA a que no se viese la caja tonta, la que da la pasta, y nos pusiéramos a mirar las fotos mientras escuchábamos la radio?

Recordemos que no fue la libertad de expresión de los medios digitales lo que motivó que la FIFA se abriera, sino que los «grandes medios» tenían edición digital.

Es posible, y seguro que lo piensan algunos, que le esté dando demasiada importancia a algo que apenas tuvo unos días de vigencia y que ha pasado sin pena ni gloria entre la maraña informativa que ha supuesto el dichoso balón y los veintidós jugadores.

Sin embargo, queda patente que en lugar de ir hacia delante, de abrir puertas, liberar caminos y facilitar la información a todo el mundo, decisiones como ésta ponen trabas y limitaciones donde la única llave es el dinero y el cerrojo una contaminación política que lo inunda todo.

¿Por qué los medios digitales siguen estando vetados en muchos actos? ¿Por qué siguen señalando con el argumento de ser «sólo una web»? ¿Por qué la fotografía tiene tan poca relevancia que cualquier «mindundi» se permite usarla como escudo y arma al mismo tiempo sin que nadie rechiste?

La guerra no está perdida. La Asociación Mundial de Periódicos ganó esta batalla y todo el mundo ha podido disfrutar en tiempo casi real de las fotos del mundial. Pero aún quedan muchas trincheras que defender. El ponte-aquí-y-haz-la-foto-cuando-yo-te-diga sigue estando a la orden del día. Las «invitaciones» a no hacer y/o publicar determinadas imágenes se reciben a diario… La fotografía es un convidado de piedra de las palabras.

Acuérdense, censores y demás temerosos, que nadie la teme si no la hace; que una imagen vale más que mil palabras; que una foto hizo estragos en Tian An Men, en Iraq o en Nueva Cork; que los fotógrafos -profesionales o no- somos testigos de la Historia y cronistas gráficos de ella.

Hoy nos ponen la mano delante del objetivo. Mañana nos pedirán nuestras fotos para los libros de Historia.

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