El ejecutivo español, el único que dirige una de las grandes empresas norteamericanas, dice que «el negocio principal de Kodak es la imagen» y que «éste no está en crisis».Antonio Pérez se le conoce en Estados Unidos como el guerrero digital. Y esta etiqueta bélica describe muy plásticamente el desafío al que se enfrenta el presidente y consejero delegado de Kodak, el único español que pilota una gran compañía norteamericana: transformar de arriba abajo el negocio tradicional de la fotografía, vinculado a los viejos carretes de películas negros y amarillos, en un negocio digital puntero.
La legendaria compañía neoyorquina, número uno mundial de la fotografía, vive sus peores horas: las acciones se han desplomado al nivel más bajo en dos décadas, la deuda es estratosférica y las pérdidas se inflan por días. Pese a ello, Pérez, confía en que sus recetas empresariales acabarán por dar fruto. «El futuro de Kodak es brillante y nuestra transición hacia una compañía digital ya está en marcha».¿En qué se funda esta lectura optimista que pocos hacen? «Mi optimismo se deriva de una comprensión global de la compañía; de los cambios que estamos haciendo en todas las unidades de negocio y de cómo éstos tendrán un impacto positivo sobre nuestros beneficios», dice Pérez en una de las escasas entrevistas concedidas desde que asumió el timón de la firma de Rochester hace un año y medio.
A Pérez le molesta el escepticismo de los inversores. «El mercado insiste en centrarse en una sola parte de Kodak, el declive del negocio de la fotografía tradicional, y no en la compañía en su conjunto. Por ejemplo, en sólo dos años, hemos creado un negocio próspero con nuestro Grupo de Comunicaciones Gráficas, el único en la industria que proporciona soluciones integrales para el mercado de los profesionales creativos, de la impresión comercial, del embalaje y de la prensa. Ésta es una parte creciente y significativa de la cartera de Kodak y, sin embargo, las preguntas que se me hacen van dirigidas sistemáticamente al negocio tradicional de los carretes de películas».
La realidad de los números rojos, sin embargo, es incuestionable. En el segundo trimestre, la empresa que en el pasado fue uno de los blue chips de Wall Street perdió 282 millones de dólares, 220 millones de euros, casi el doble que en igual periodo de 2005. Y el negocio digital destinado a los consumidores siguió de capa caída: un agujero de 79 millones. Por eso, algunos analistas se preguntan si el directivo de origen gallego no se verá empujado a dar otra vuelta de tuerca al plan de reestructuración en curso, que se lanzó en 2004 y que dejará a 27.000 personas en la calle. Pero Pérez no ve probable una nueva sangría de trabajadores: «Estamos en el último tramo de esta evolución y tengo confianza en que seguiremos progresando de acuerdo con el plan previsto, hasta darlo por terminado a finales de 2007».
Visto que el los beneficios tardan en repuntar, los inversores ya especulan con una posible segregación del negocio. ¿Se desprenderá Kodak de parte de sus activos? «Estamos explorando varias opciones estratégicas para nuestro negocio de imágenes para el sector médico. Las alternativas podrían incluir la participación de terceros inversores, el establecimiento de joint-ventures o la venta. Es un negocio muy valioso, con una marca fuerte, productos excelentes, trabajadores con experiencia, una base global de clientes y un fuerte cash flow». En Wall Street, se rumorea que tal venta podría aportarle a su maltrecha tesorería entre 2.000 millones y 4.000 millones de dólares.
El español, que sabe que sobre él pende una espada de Damocles, tiene muy claras sus ambiciones para Kodak. «Mi visión de Kodak no ha cambiado desde que asumí el papel de consejero delegado: seguir siendo el líder mundial de la imagen. Ya estamos en plena transición hacia una empresa digital, un paso clave para mantener este objetivo». Pérez se niega a admitir que el problema de fondo de Kodak sea la propia esencia de su negocio. «El negocio principal de Kodak es la imagen y éste no está en declive. Lo que ocurre es que la forma tradicional de hacerlo está cambiando y Kodak también está cambiando a la par», dice Pérez, un ejecutivo discreto al que no le gusta hablar de cuestiones personales, incluidas sus relaciones con España o su experiencia empresarial en Estados Unidos.
Tras el batacazo de los últimos años, derivado de la irrupción de nuevas tecnologías, Pérez parece haber entendido cabalmente los retos de la era de la información: «Reconocemos que nuestros consumidores definirán el nuevo espacio para las imágenes digitales. Ellos han fijado una reglas muy claras: los consumidores son dueños absolutos y quieren capturar, manipular, compartir, imprimir y visualizar a su gusto y sin limitación alguna por cuestiones tecnológicas; quieren que sea fácil lograr calidad, que sea fácil compartir, archivar permanentemente y una portabilidad completa.» Y ante esta desafío, «Kodak está en una posición única para operar bajo esas reglas, gracias a nuestros propios desarrollos tecnológicos así como a nuestras asociaciones con otros líderes de la industria», afirma.
Un gallego con una meteórica carrera internacional
Antonio Pérez (Vigo, 1946) es ingeniero de Telecomunicaciones y ha desarrollado una brillante carrera ejecutiva, la mayor parte ella en el extranjero. Tras finalizar un MBA en la escuela de negocios Insead, fue contratado por Scully, un fabricante de cintas de vídeo que le llevó a Estados Unidos. Más tarde entró en Hewlett Packard (HP) en España y llegó a ser el máximo responsable de márketing para Europa del grupo.
En 1989, volvió a Estados Unidos y se instaló en San Diego, donde dirigió el negocio de imágenes digitales e impresión electrónica de HP. En esta empresa permaneció 25 años. En 2001, se convirtió en consejero delegado del fabricante francés de sistemas de tarjetas inteligentes Gemplus International. En abril de 2003, fue fichado por Kodak como director general y mano derecha del presidente. En mayo de 2005, fue nombrado consejero delegado y poco después se convirtió también en presidente.
Del primer clic fotográfico al inicio de una nueva era
Con el eslogan «tu presionas el botón, nosotros hacemos el resto», George Eastman puso en 1888 la primera cámara de manejo sencillo a disposición de los consumidores. Desde entones y gracias a la alta rentabilidad de los carretes de fotos, Kodak disparó su negocio mundial hasta convertirse en una de las grandes multinacionales del mundo.
Pero la llegada de la era digital le ha propinado una severa bofetada. Hoy la deuda es de 3.500 millones de dólares, las pérdidas del segundo trimestre alcanzaron los 282 millones y sólo este año el coste de la reestructuración, despidos y cierres de fábricas, ascenderá a 1.500 millones.
Por eso, Kodak está reorientado su negocio hacia la fotografía digital, un segmento en el que los márgenes son más estrechos y la competencia de los rivales asiáticos mucho más feroz. La estrategia de la empresa es centrarse en las imágenes digitales y en la impresión profesional. Para este año, se espera que el negocio digital en conjunto dé unas ganancias de 400 millones, aunque el negocio dirigido al consumo, en el que están depositadas las esperanzas de crecimiento futuro, no consigue crecer al ritmo previsto.