Juan de la Cruz revela el humor oculto en las bodas

La exposición que recoge la obra del murciano se expone en la galería Spectrum Sotos.{mosimage}

El arte surge en los lugares más extraños, y por los motivos más insospechados. De la fotografía de bodas a la fotografía artística parece mediar un abismo, pero el empeño de Juan de la Cruz en no aburrirse en su trabajo hace que desaparezca esa distancia. Los que quieran comprobarlo pueden acudir a la Galería Spectrum Sotos, hasta el próximo 29 de noviembre, para contemplar la selección de fotografías de Bodas 1979-1999.Los pilares de la obra de Juan de la Cruz son la originalidad y el buscar la mejor fotografía posible en cada ocasión, hacer arte de cualquier cosa. Parte «de la vocación frustrada de ser fotógrafo artístico y director de cine», a la que se vio obligado a renunciar, para poder comer, y venderse como «mercenario» en las bodas. Pero no por eso iba a renunciar al arte, así que en sus reportajes iba colando, entre lo más tradicional, fotografías que él quería hacer, normalmente «desde el lenguaje del humor, que es algo muy serio».

Para ello se basa en la idea de que «una buena fotografía se puede conseguir en cualquier parte, no hace falta ir a India para conseguir buenas obras. India, que la fotografíen los indios», bromea. Para él, su paisaje idílico ha sido su tierra natal, Murcia, «que no es tanto Europa meridional como África septentrional», según de la Cruz. Porque allí las fiestas, y en concreto las bodas, se celebran «por todo lo alto, tirando la casa por la ventana».Sus instantáneas recogen lo que nadie se imaginaría en un álbum de boda, como las vecinas que se reúnen a la sombra para cotillear sobre lo guapa (o fea) que va la novia, o la abuela que limpia una mancha en el suelo para que no salga en la foto. Sus paisajes son lugares significativos para los novios, no paisajes ideales. Todo un esfuerzo de originalidad que le ha valido amplios reconocimientos desde que se inaugurara la exposición, hace siete años.

Entonces, un arquitecto con el que también colaboraba –«hago fotografía aplicada, soluciono problemas, no solo de bodas»– le animó a exponer su obra, y consiguió que Joaquín Ruiz, de la galería H2O de Barcelona, la aceptara. Tras el debut, la muestra comenzó a viajar, y pronto ganó el Primer Premio en la prestigiosa feria Fotoespaña de Madrid. El éxito le llevó también a publicar el libro Vivan los novios, en el que sus instantáneas se acompañan de textos de Gomaespuma, que también puede adquirirse en Spectrum.

Con todo este bagaje llega a Zaragoza, una ciudad relacionada con su próximo proyecto, ya que el zaragozano Antonio Ansón colaborará con él en el tercer volumen de la colección Cuarto Oscuro, editada por la Universidad de Zaragoza; un libro que agrupará sus primeras fotografías –«las que hice cuando no sabía nada, y por eso, las mejores»– bajo el título de Pan, Vino y Azúcar.

Noticia publicada en Red Aragon  

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