JOSÉ JAVIER FERNÁNDEZ/ DIARIO VASCO
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Las relaciones entre pintura y fotografía, dos lenguajes primero diferentes, y luego, más tarde, semejantes e incluso complementarios, han sido durante los dos últimos siglos intensas y contradictorias. De hecho, aunque cuando nació la fotografía parecía que ésta iba a sustituir a la pintura a la hora de representar la realidad y la aparente objetividad, desde el inicio, con la irrupción de la fotografía en la primera mitad del siglo XIX, las relaciones fueron muy estrechas ya que muchos fotógrafos pioneros en la disciplina decidieron colorear sus fotografías en blanco y negro para dotarlas de mayor realidad. Más adelante será la propia relación con la realidad y la objetividad, que al inicio les separó, la que vuelva a unir pintura y fotografía, primero por las propias carencias de la fotografía ¯además de la falta de color, de movimiento¯ y posteriormente porque la irrupción tanto del cine como del vídeo determinaron que una y otra comenzasen a relacionarse en un mismo ámbito alejado, de la realidad y la objetividad e inmerso en la subjetividad y la creación y en la expresión artística personal e individual.La fotógrafa Barbara Allende Gil de Biedma (Madrid, 1957), más conocida con el nombre artístico de Ouka Leele, es un caso paradigmático cuando planteamos las relaciones que se pueden establecer entre ambas disciplinas.
Y es que, aunque primero fotografía y luego pinta sus imágenes obtenidas en blanco y negro, Ouka Leele siempre se ha considerado ante todo pintora, siendo la fotografía una herramienta más entre sus posibles utensilios; además, aunque su obra ha cambiado y ha evolucionado a los largo de las décadas, en su trabajo siempre ha predominado una visión subjetiva e imaginaria a la hora de plantearse la creación artística.
Formada en la década de los ochenta, Ouka Leele comenzó su trayectoria artística inmersa en un movimiento cultural curioso e interesante, aunque quizás no tan determinante como se ha pretendido subrayar, denominado como movida madrileña. En el mismo, y junto a otros creadores y artistas como el cineasta Pedro Almodóvar, la cantante Alaska, los grupos Radio Futura o Nacha Pop, el fotógrafo Alberto García Alix, o los pintores Ceesepe o El Hortelano, Ouka Leele desarrolló un tipo de fotografía escenográfica y pop en el que procuraba crear nuevos mundos dentro de la realidad; y es que, aunque en sus trabajos es la misma Ouka Leele la protagonista de sus obras, en sus fotografías hay un deseo más universal de intentar reflexionar sobre la existencia humana a partir de los recuerdos acumulados desde su infancia.
En la interesante exposición que ahora muestra en la Galería Kur de San Sebastián, Ouka Leele presenta una retrospectiva de su trabajo en la que destacan dos grupos de obras. Por una parte su trabajo más conocido y realizado en la década de los ochenta inmersa en la actividad y la actitud de la movida madrileña, y que ahora, con perspectiva, no resulta tan atractiva como en su momento y, por otra parte, sus trabajos más recientes en los que prescinde de la pintura aunque no de su sentido estético y temático, y entre los que podemos encontrar, sobre todo, en los formatos más reducidos, nuevos cauces de expresividad que nos hacen albergar la esperanza de unos nuevos trabajos igual de interesantes que los que realizó en su primera etapa en un contexto tan apasionante como limitado.
Galería Kur I Zurriola, 4. San Sebastián. De lunes a sábado de 17.00 a 21.00. Hasta el 4 de julio.